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Introducción
Flames and Lilies Climate Initiative, una organización juvenil ecofeminista zimbabuense, desarrolla su labor en la confluencia de la justicia climática y la igualdad de género.
Introducción
Flames and Lilies Climate Initiative, una organización juvenil ecofeminista zimbabuense, desarrolla su labor en la confluencia de la justicia climática y la igualdad de género. Entre julio y octubre de 2024, organizó talleres de educación sobre riesgo climático y de desastres con adolescentes y mujeres jóvenes de las ciudades y zonas periurbanas de Harare, Epworth y Bindura. Se capacitó a tres grupos en investigación-acción participativa feminista (IAPF), preparándolos para explorar las dimensiones de género de los desafíos climáticos en sus comunidades. Como parte de esta iniciativa, un equipo de siete jóvenes investigadoras evaluó programas de reducción del riesgo de desastres (RRD) en Harare desde una perspectiva centrada en las niñas.
Este artículo comparte las reflexiones de tres de las investigadoras —así como la perspectiva de la fundadora— sobre el proceso de evaluación.

©Flames and Lilies
Harare se ha enfrentado a diferentes desastres en los últimos años: inundaciones estacionales, sequías prolongadas y perturbaciones socioeconómicas. Estas crisis afectan de manera desproporcionada a grupos marginados. Las necesidades y vulnerabilidades específicas de las adolescentes suelen ser ignoradas en la planificación general de la preparación y respuesta ante desastres. Adoptar una perspectiva centrada en las niñas es fundamental para diseñar estrategias inclusivas de RRD y fomentar la resiliencia entre quienes se encuentran en situación de riesgo.
¿Por qué hay que centrarse en las niñas?
Las niñas suelen estar en la confluencia de múltiples vulnerabilidades en contextos de desastres. Son más propensas a sufrir violencia de género, interrumpir su escolarización, casarse prematuramente y ser excluidas de la ayuda de emergencia. Sin embargo, cuando se las escucha y se fomenta su capacidad de acción, pueden convertirse en poderosas agentes de cambio en sus comunidades
Centrarse en las niñas no es solo una cuestión de justicia. Es una inversión estratégica en la construcción de comunidades más fuertes y resilientes. Empoderarlas significa dar rienda suelta a soluciones innovadoras y locales que mejoren la preparación, respuesta y recuperación ante desastres
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©Chido Nyaruwata
Nuestro proceso de evaluación
La pregunta de evaluación que guía nuestro trabajo es la siguiente: ¿En qué medida y con qué éxito tienen en cuenta los programas de RRD las necesidades de las niñas y otras personas afectadas físicamente?Esta pregunta nos llevó a desentrañar las complejidades de la gestión del riesgo de desastres que tiene en cuenta el género y la edad. Si bien nuestra evaluación consideró el marco normativo y legislativo que rige la gestión del riesgo de desastres en Zimbabwe, se centró en el impacto y las respuestas a desastres provocados por el clima que afectan a diferentes suburbios de Harare (p. ej. Arcadia) y al incendio de 2024 en Mbare Musika.
Desafíos iniciales y avances
Uno de los primeros obstáculos al que nos enfrentamos fue la escasa documentación accesible y sistemática sobre programas de RRD en curso. Otra dificultad que nos encontramos fue la determinación y sensibilidad requeridas para llegar a niñas y otras personas marginadas.
Sin embargo, estos desafíos se convirtieron en oportunidades de crecimiento. Adoptamos métodos participativos: examinamos documentos de políticas y literatura gris, realizamos entrevistas informales y creamos espacios seguros para un diálogo abierto, entre otros. Queremos destacar una entrevista que realizamos a una niña. Nos contó que debía caminar largas distancias todos los días para buscar agua para su hogar. Su experiencia —y la de su abuela— revelaron la carga invisible —pero abrumadora— que soportan las niñas en entornos expuestos a desastres.
Al principio, la niña y su abuela se mostraron reacias a hablar y compartir sus experiencias, por temor a ser juzgadas o ser objeto de atención no deseada. Sin embargo, se abrieron cuando les explicamos el propósito de nuestra evaluación. Entendieron que nuestro objetivo era difundir sus experiencias y abogar por soluciones de RRD más inclusivas.
Otro desafío importante fue acceder a expertos en RRD que trabajan en estas zonas. Si hubiéramos tenido acceso a un mayor número de informadores clave, probablemente habríamos tenido mayor capacidad para evaluar y comprender algunas de las carencias de datos sobre cuestiones de género que se identificaron en el examen de la documentación.

©Flames and Lilies
Reflexiones finales
El proceso de evaluación nos recordó la importancia de la humildad y la apertura. Desarrollamos nuestra labor sobre el terreno con la voluntad de aprender y escuchar, reconociendo que las verdaderas expertas eran las niñas y mujeres que se enfrentan a múltiples desafíos cada día. Esta mentalidad nos permitió descubrir historias y perspectivas que, de otro modo, seguirían sin conocerse.
Nuestra experiencia pone de relieve el valor de un enfoque centrado en las niñas en la RRD. Al situar a las niñas en primer plano, en nuestra investigación no solo descubrimos sus vulnerabilidades, sino también sus fortalezas y capacidades. Esta experiencia ilustra la necesidad de considerar a los jóvenes como personas expertas. Y no solo como meros beneficiarios o complementos de los procesos de investigación. Sus conocimientos sobre cuestiones que les afectan (p. ej. desastres provocados por el clima, como las sequías causadas por el fenómeno de El Niño) facilitan intervenciones fundamentales y nos permiten abordar puntos ciegos de confluencias clave. Este enfoque no solo amplió nuestros conocimientos sobre la gestión del riesgo de desastres, sino que también puso de relieve el potencial de los cambios transformadores cuando se empodera a las niñas para asumir un papel de liderazgo.
Los jóvenes deben tener acceso a los recursos necesarios para llevar a cabo estas investigaciones y desarrollar soluciones que se ajusten a sus necesidades. Nuestra evaluación de los programas de RRD desde una perspectiva centrada en las niñas fue un testimonio del poder de la participación auténtica y la investigación participativa. El éxito de nuestro trabajo se basó en los vínculos genuinos que establecimos con las participantes y las enseñanzas que aprendimos de ellas.
De cara al futuro, las iniciativas de RRD deben priorizar el empoderamiento de las niñas y otras poblaciones vulnerables, reconociendo su papel fundamental en la construcción de comunidades resilientes.
Autoras: un grupo de evaluadoras jóvenes y emergentes (Fadzai Valerie Mukove, Talent Makanaka Murawo, Chikomborero Marimo y Chido Nyaruwata)
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