La crisis de propósito El mayor obstáculo radica en la percepción misma de la evaluación. Para muchas organizaciones, lamentablemente, la evaluación se ha convertido en un ejercicio esporádico de cumplimiento, más que en una oportunidad genuina de aprendizaje y rendición de cuentas. Esta clasificación errónea determina la estrategia de comunicación, generando informes concebidos para satisfacer un requisito de financiamiento en lugar de informar y comprometer a una audiencia diversa. Cuando el objetivo principal es el cumplimiento, el esfuerzo de comunicación es mínimo y suele limitarse a subir el informe a una sección poco visible del sitio web.
La paradoja de la visibilidad La práctica de simplemente publicar los informes de evaluación en los sitios web institucionales es un claro ejemplo de esta mentalidad orientada al cumplimiento. Rara vez las organizaciones hacen un seguimiento revisando los registros o analizando las visitas, lo que representa una oportunidad perdida de rendición de cuentas y de aprendizaje sobre su propio público. Las causas del bajo nivel de participación son múltiples e incluyen:
• Idioma y accesibilidad: los informes suelen redactarse en un lenguaje excesivamente técnico y están disponibles solo en un idioma, excluyendo de inmediato a los actores locales clave. • Falta de difusión: sin una estrategia de comunicación proactiva y dedicada, la mayoría de los interesados —especialmente los externos al círculo inmediato de la organización— ni siquiera saben que el informe existe. • El síndrome del “informe aburrido”: los informes suelen ser tediosos. Su extensión, densidad y estructura académica los hacen accesibles solo para una audiencia especializada.
La solución: transformar los informes en productos atractivos Para superar el síndrome del “informe aburrido” y aumentar la utilidad de los resultados de las evaluaciones, las organizaciones deben adoptar una estrategia de comunicación múltiple. En lugar de depender únicamente del informe extenso, deberían invertir en la creación de productos breves y accesibles que respondan a distintos hábitos de comunicación, tales como:
• Videos o clips cortos: usar animaciones simples o entrevistas con participantes de los proyectos para transmitir los principales hallazgos y recomendaciones en menos de dos minutos. • Infografías y visualizaciones de datos: convertir tablas complejas en resúmenes visuales claros para redes sociales y boletines de políticas. • Publicaciones y artículos: elaborar contenidos narrativos que destaquen el impacto humano y las recomendaciones prácticas, adecuados para medios de comunicación y boletines de socios.
Estos productos no sustituyen al informe completo, sino que actúan como puertas de entrada, ofreciendo una visión rápida del valor del informe y fomentando un compromiso más profundo.
RE: Beyond the final report: What does it take to communicate evaluation well?
Yemen
Mohammed Al-Mussaabi
Publicado el 24/10/2025
La crisis de propósito
El mayor obstáculo radica en la percepción misma de la evaluación. Para muchas organizaciones, lamentablemente, la evaluación se ha convertido en un ejercicio esporádico de cumplimiento, más que en una oportunidad genuina de aprendizaje y rendición de cuentas. Esta clasificación errónea determina la estrategia de comunicación, generando informes concebidos para satisfacer un requisito de financiamiento en lugar de informar y comprometer a una audiencia diversa. Cuando el objetivo principal es el cumplimiento, el esfuerzo de comunicación es mínimo y suele limitarse a subir el informe a una sección poco visible del sitio web.
La paradoja de la visibilidad
La práctica de simplemente publicar los informes de evaluación en los sitios web institucionales es un claro ejemplo de esta mentalidad orientada al cumplimiento. Rara vez las organizaciones hacen un seguimiento revisando los registros o analizando las visitas, lo que representa una oportunidad perdida de rendición de cuentas y de aprendizaje sobre su propio público. Las causas del bajo nivel de participación son múltiples e incluyen:
• Idioma y accesibilidad: los informes suelen redactarse en un lenguaje excesivamente técnico y están disponibles solo en un idioma, excluyendo de inmediato a los actores locales clave.
• Falta de difusión: sin una estrategia de comunicación proactiva y dedicada, la mayoría de los interesados —especialmente los externos al círculo inmediato de la organización— ni siquiera saben que el informe existe.
• El síndrome del “informe aburrido”: los informes suelen ser tediosos. Su extensión, densidad y estructura académica los hacen accesibles solo para una audiencia especializada.
La solución: transformar los informes en productos atractivos
Para superar el síndrome del “informe aburrido” y aumentar la utilidad de los resultados de las evaluaciones, las organizaciones deben adoptar una estrategia de comunicación múltiple. En lugar de depender únicamente del informe extenso, deberían invertir en la creación de productos breves y accesibles que respondan a distintos hábitos de comunicación, tales como:
• Videos o clips cortos: usar animaciones simples o entrevistas con participantes de los proyectos para transmitir los principales hallazgos y recomendaciones en menos de dos minutos.
• Infografías y visualizaciones de datos: convertir tablas complejas en resúmenes visuales claros para redes sociales y boletines de políticas.
• Publicaciones y artículos: elaborar contenidos narrativos que destaquen el impacto humano y las recomendaciones prácticas, adecuados para medios de comunicación y boletines de socios.
Estos productos no sustituyen al informe completo, sino que actúan como puertas de entrada, ofreciendo una visión rápida del valor del informe y fomentando un compromiso más profundo.