Gracias por la oportunidad de reflexionar un poco más sobre este tema. No cabe duda de que los enfoques de gestión influyen en la credibilidad y calidad de las evaluaciones. Desde mi punto de vista, un responsable que esté a disposición de su equipo y conozca bien a la organización/donante es un activo valioso.
Finalidad del responsable de una evaluación: apoyar la evaluación hasta su publicación; promover el aprendizaje.
Además de gestionar una evaluación (reclutar el equipo, establecer planes de trabajo, cumplir plazos), la finalidad de su responsable es guiar y facilitar el proceso y proporcionar apoyo de forma continua desde el comienzo —garantizando que se incluyen requisitos específicos de la organización/donante (condiciones para que se cumplan éstos)— hasta la recopilación de datos —facilitando reuniones más delicadas o el acceso a documentación— y la garantía de calidad. Todo esto es crucial para el objetivo de una evaluación: debe ser útil y se ha de difundir (es decir, se debe publicar).
Cuando no se dispone de apoyo, la responsabilidad de cumplir las expectativas —o de no lograr la aceptación/publicación del trabajo realizado— recae en el equipo de evaluación, contratado externamente. Si no se logra la finalidad pretendida, no se trata de ocultar o frustrar la labor del equipo. Simplemente, la evaluación no cumple los estándares mínimos. Por tanto, para que una evaluación se desarrolle correctamente, es fundamental que su responsable establezca las expectativas iniciales (sobre todo en las fases de incorporación de personal e inicio de la evaluación).
Además, el equipo debe tener conocimientos en materia de evaluación y a nivel técnico. Por su parte, el responsable es un experto adicional en el ámbito de la evaluación. Esto constituye una oportunidad para consultores independientes y expertos técnicos, ya que las oficinas de evaluación independiente deben valorar la rendición de cuentas (es decir, publicar la evaluación) frente al aprendizaje (que incluye, entre otras cosas, el fomento de las capacidades nacionales, especialmente cuando son limitadas). La presencia de un responsable ayuda a alinear las competencias y experiencias del equipo de evaluación, y contribuye a orientar a los evaluadores más jóvenes/emergentes.
En las evaluaciones más complejas y, siempre y cuando se mantenga su independencia (tal y como se sostiene), la participación más activa de su responsable puede estar justificada.
La clave reside en que el responsable de una evaluación participe en la fase de diseño de ésta, de modo que, tal y como se ha mencionado anteriormente, las expectativas estén claras para todas las partes. Existen diferentes razonamientos.
Además de dominar la práctica de la evaluación, el responsable puede tener también conocimientos técnicos específicos que pueden servir para complementar al equipo de evaluación. Por tanto, su participación activa es beneficiosa, especialmente cuando hay restricciones presupuestarias u otros factores limitantes (p. ej. puede contribuir a mitigar las desavenencias entre consultores externos y equipos internos).
En una evaluación institucional encargada a la oficina independiente, el responsable puede colaborar en ésta, o incluso dirigirla, por citar otro ejemplo. Contar con un representante de la oficina de evaluación en el equipo puede ayudar a que el público destinatario (p. ej. departamentos de la organización, otras organizaciones, determinadas oficinas en los países) acoja mejor las conclusiones de la evaluación. La participación activa del responsable es una elección estratégica.
El nivel de participación es específico de cada evaluación y depende del diseño y recursos (financieros, de tiempo y de recursos humanos) de ésta.
RE: Management matters: exploring the link between management models and the use of evaluations
Italy
Anne Clémence Owen
Evaluation Specialist
FAO
Publicado el 14/05/2024
Estimados colegas,
Gracias por la oportunidad de reflexionar un poco más sobre este tema. No cabe duda de que los enfoques de gestión influyen en la credibilidad y calidad de las evaluaciones. Desde mi punto de vista, un responsable que esté a disposición de su equipo y conozca bien a la organización/donante es un activo valioso.
Finalidad del responsable de una evaluación: apoyar la evaluación hasta su publicación; promover el aprendizaje.
Además de gestionar una evaluación (reclutar el equipo, establecer planes de trabajo, cumplir plazos), la finalidad de su responsable es guiar y facilitar el proceso y proporcionar apoyo de forma continua desde el comienzo —garantizando que se incluyen requisitos específicos de la organización/donante (condiciones para que se cumplan éstos)— hasta la recopilación de datos —facilitando reuniones más delicadas o el acceso a documentación— y la garantía de calidad. Todo esto es crucial para el objetivo de una evaluación: debe ser útil y se ha de difundir (es decir, se debe publicar).
Cuando no se dispone de apoyo, la responsabilidad de cumplir las expectativas —o de no lograr la aceptación/publicación del trabajo realizado— recae en el equipo de evaluación, contratado externamente. Si no se logra la finalidad pretendida, no se trata de ocultar o frustrar la labor del equipo. Simplemente, la evaluación no cumple los estándares mínimos. Por tanto, para que una evaluación se desarrolle correctamente, es fundamental que su responsable establezca las expectativas iniciales (sobre todo en las fases de incorporación de personal e inicio de la evaluación).
Además, el equipo debe tener conocimientos en materia de evaluación y a nivel técnico. Por su parte, el responsable es un experto adicional en el ámbito de la evaluación. Esto constituye una oportunidad para consultores independientes y expertos técnicos, ya que las oficinas de evaluación independiente deben valorar la rendición de cuentas (es decir, publicar la evaluación) frente al aprendizaje (que incluye, entre otras cosas, el fomento de las capacidades nacionales, especialmente cuando son limitadas). La presencia de un responsable ayuda a alinear las competencias y experiencias del equipo de evaluación, y contribuye a orientar a los evaluadores más jóvenes/emergentes.
En las evaluaciones más complejas y, siempre y cuando se mantenga su independencia (tal y como se sostiene), la participación más activa de su responsable puede estar justificada.
La clave reside en que el responsable de una evaluación participe en la fase de diseño de ésta, de modo que, tal y como se ha mencionado anteriormente, las expectativas estén claras para todas las partes. Existen diferentes razonamientos.
Además de dominar la práctica de la evaluación, el responsable puede tener también conocimientos técnicos específicos que pueden servir para complementar al equipo de evaluación. Por tanto, su participación activa es beneficiosa, especialmente cuando hay restricciones presupuestarias u otros factores limitantes (p. ej. puede contribuir a mitigar las desavenencias entre consultores externos y equipos internos).
En una evaluación institucional encargada a la oficina independiente, el responsable puede colaborar en ésta, o incluso dirigirla, por citar otro ejemplo. Contar con un representante de la oficina de evaluación en el equipo puede ayudar a que el público destinatario (p. ej. departamentos de la organización, otras organizaciones, determinadas oficinas en los países) acoja mejor las conclusiones de la evaluación. La participación activa del responsable es una elección estratégica.
El nivel de participación es específico de cada evaluación y depende del diseño y recursos (financieros, de tiempo y de recursos humanos) de ésta.