¿A quiénes nos referimos cuando hablamos de nuevos evaluadores?
¿Nuevo evaluador? ¿Qué significa eso? El concepto de nuevo evaluador no es tan sencillo como parece. A diferencia de sectores consolidados como la medicina, la contabilidad o la enseñanza en los que la identidad profesional se conoce bien y requiere poca explicación, el concepto de nuevo evaluador suele suscitar preguntas y cierta incertidumbre fuera de la comunidad de evaluación
¿A quiénes nos referimos cuando hablamos de nuevos evaluadores?
¿A quiénes nos referimos cuando hablamos de nuevos evaluadores?
¿Nuevo evaluador? ¿Qué significa eso? El concepto de nuevo evaluador no es tan sencillo como parece. A diferencia de sectores consolidados como la medicina, la contabilidad o la enseñanza en los que la identidad profesional se conoce bien y requiere poca explicación, el concepto de nuevo evaluador suele suscitar preguntas y cierta incertidumbre fuera de la comunidad de evaluación. Esta ambigüedad se ve agravada por la ausencia de una definición universalmente aceptada, lo que da lugar a interpretaciones variadas por parte de organismos e iniciativas profesionales.

Por ejemplo, la Asociación Sudafricana de Seguimiento y Evaluación (SAMEA, por sus siglas en inglés) define a un nuevo evaluador como aquella persona con menos de cinco años de experiencia profesional en seguimiento y evaluación (SAMEA, 2024). En cambio, la Iniciativa Global de Evaluación (GEI, por sus siglas en inglés) adopta una definición más amplia y multifacética, que abarca a evaluadores menores de 35 años, a evaluadores con menos de cinco años de experiencia profesional y a quienes no ejercen aún la profesión pero han expresado su interés en convertirse en evaluadores profesionales en los últimos cinco años. Si bien ambas definiciones coinciden en considerar la experiencia profesional limitada como una característica determinante, difieren en su alcance. La definición de la SAMEA se limita exclusivamente a la experiencia profesional en seguimiento y evaluación, mientras que la de la GEI es más amplia y tiene en cuenta la edad y las aspiraciones profesionales. Estas variaciones ponen de relieve la ambigüedad en torno a la definición de este concepto y plantean preguntas fundamentales sobre quiénes reúnen los requisitos para ser considerados nuevos evaluadores y cómo se debe poner en práctica esta cuestión en el ámbito más amplio de la evaluación.
Asomarse a la incertidumbre: trabajo y tecnología
A esta ambigüedad se suma el desafío al que se enfrentan los nuevos evaluadores para dejar de ser considerados como “noveles” y pasar a ser reconocidos como profesionales con experiencia. Seguir denominándoles “nuevos evaluadores” puede dificultar su crecimiento profesional, ya que se les puede seguir considerando noveles, incluso después de haber acumulado bastante experiencia. Esta etiqueta entraña un riesgo: ser percibidos como inexpertos, lo que a su vez puede contribuir a una remuneración insuficiente.
Más allá de la ambigüedad de las definiciones, los nuevos evaluadores se enfrentan a una serie de retos estructurales y contextuales que determinan su trayectoria profesional. Las crisis mundiales actuales acentúan estas dificultades, especialmente en el hemisferio sur, donde el desempleo juvenil persistente limita seriamente las oportunidades de promoción profesional. Por ejemplo, en Sudáfrica el desempleo juvenil continúa siendo alarmantemente elevado, situándose en un 46 % (Statistics South Africa, 2025). Esta cifra pone de relieve las limitadas perspectivas de los nuevos evaluadores en este tipo de entornos económicos.
Además de la precariedad económica, los nuevos evaluadores deben afrontar también la rápida evolución de la innovación y la tecnología. El auge de la inteligencia artificial (IA) es motivo de preocupación generalizada en la comunidad de evaluación, especialmente en lo que respecta a la posible pérdida de puestos de trabajo. Según Banda (2025), aunque la IA plantea preguntas legítimas sobre el futuro laboral, reconocer y aprovechar sus posibles fortalezas resulta igualmente importante. Por lo tanto, el desafío para los nuevos evaluadores no radica en resistirse a los avances tecnológicos, sino en aprovechar estratégicamente la IA y salvaguardar al mismo tiempo el esfuerzo humano insustituible en la práctica de la evaluación.
Según Twende Mbele (2019), la demanda de evaluadores está aumentando constantemente, especialmente en países africanos. Sin embargo, la oferta de buenos evaluadores continúa siendo limitada. Aunque definir claramente qué se considera un “buen evaluador” es un desafío fundamental. La ausencia de requisitos y cualificaciones mínimos estandarizados ha dado lugar a una falta de consenso sobre los niveles de competencia que deben tener los profesionales de la evaluación (Twende Mbele, 2019). Esta incertidumbre supone un obstáculo importante para los nuevos evaluadores, ya que difumina los objetivos a alcanzar para prosperar profesionalmente.
El futuro: de emerger a prosperar
A pesar de estos desafíos, las perspectivas para los nuevos evaluadores no son del todo sombrías. Según mi propia experiencia, puedo dar fe de la función transformadora de las organizaciones voluntarias para la evaluación profesional, como la SAMEA. Afiliarse a una de estas plataformas en nuestras respectivas regiones es fundamental, ya que ofrecen oportunidades para establecer contactos, colaborar, recibir asesoramiento y aprender continuamente de profesionales consolidados.
Asimismo, desarrollar un conjunto amplio de competencias más allá de las habilidades técnicas es igualmente importante. En un mundo cada vez más competitivo y dinámico, los nuevos evaluadores deben seguir siendo ágiles, relevantes y aptos para la labor encomendada. Una enseñanza que ha marcado mi trayectoria profesional de manera especial me la transmitió un antiguo jefe, que me dijo lo siguiente: “Encuentra tu lugar”. Por su naturaleza, la evaluación es transdisciplinar. Y como evaluadores emergentes es habitual que nos sintamos abrumados por la amplia gama de ámbitos y disciplinas que abarca esta práctica. Desde la igualdad de género a la justicia social, la transformación o el cambio climático, por citar algunos ejemplos. Identificar un ámbito de especialización que nos apasione puede servir de orientación y guiar a los nuevos evaluadores hacia una dirección más clara, un posicionamiento profesional más sólido y contribuciones más valiosas.
Referencias
- Banda, J. (2025). Will AI Steal My Job? Concerns of an Emerging Evaluator. [en línea] SAMEA. Disponible en: https://www.samea.org.za/blogs/will-ai-steal-my-job-concerns-of-an-emerging-evaluator/ [Consultado el 25 de agosto de 2025].
- GEI. (2022). Dialogue with YEE about Evaluation Training and Education | Global Evaluation Initiative. [en línea] Disponible en: https://www.globalevaluationinitiative.org/event/dialogue-yee-about-evaluation-training-and-education [Consultado el 25 de agosto de 2025].
- SAMEA (2024). Emerging Evaluators - SAMEA. [en línea] SAMEA. Disponible en: https://www.samea.org.za/young-emerging-evaluators/ [Consultado el 2 de septiembre de 2025].
- Statistics South Africa (2025). Disponible en: https://www.statssa.gov.za/?s=YOUTH%20UNEMPLOYMENT&sitem=statistics%20by%20theme [Consultado el 2 de septiembre de 2025].
- Twende Mbele (2019). Diagnostic on the supply and demand of evaluators. [en línea] Disponible en: https://www.twendembele.org/wp-content/uploads/2019/04/TWENDE-DS.pdf [Consultado el 19 de agosto de 2025].