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RE: Global Impact Evaluation Forum 2025: Forging evidence partnerships for effective action

Richard Tinsley

United States of America

Richard Tinsley

Professor Emeritus

Colorado State University

Publicado el 29/11/2025

Como se solicitó, mi contribución al debate se reproduce a continuación.

Antes de comentar algunas de mis preocupaciones sobre las evaluaciones, permítanme responder a las observaciones de Binod Chapagain. Su comentario sobre que las evaluaciones llegan demasiado tarde en el ciclo del proyecto para ajustar eficazmente el enfoque coincide con una de mis preocupaciones frecuentes. La mayor contribución de las evaluaciones reside en su capacidad para influir en el diseño de futuros proyectos con el fin de servir mejor a los beneficiarios. Además, realizar ajustes en proyectos en marcha suele ser muy difícil. Conviene recordar que la mayoría de los proyectos grandes, especialmente los financiados externamente y con asesores expatriados, requieren más de dos años de preparación y costos superiores a un millón de dólares antes de que el equipo asesor pueda ser contratado, desplegado y finalmente interactuar con los beneficiarios para conocer sus necesidades reales. Con tanto tiempo y recursos ya invertidos, nadie quiere descubrir que el proyecto no es bien recibido por la comunidad que debía beneficiar. Además, para cuando el equipo de implementación llega al terreno, ya se han decidido la mayoría de las innovaciones y el personal, sobre todo expatriado, ha sido contratado en función de ellas. Esto limita profundamente cualquier ajuste importante. Tal vez se pueda modificar algún detalle, pero no más. Por ello, las evaluaciones son más valiosas para orientar los proyectos futuros.

Binod también señaló que muchas evaluaciones se diseñan para documentar el cumplimiento respecto a los documentos iniciales. Estas evaluaciones suelen ser internas y buscan tranquilizar a los donantes, mostrando que el proyecto es exitoso. Esto es necesario para lograr prórrogas y nuevos proyectos. En consecuencia, los informes deben ser leídos con cautela, ya que algunos cálculos simples pueden poner en evidencia sus debilidades. A menudo se basan en que los destinatarios de los informes, ocupados con la gestión de proyectos o el diseño de nuevos programas, no tienen tiempo para examinarlos críticamente.

También observé que Tamarie Magaisa mencionó la importancia de establecer metas para los criterios de evaluación. Concuerdo plenamente, ya que estas metas permiten distinguir proyectos exitosos de aquellos que no lo son. Sin objetivos claros y publicados desde la concepción, es fácil declarar como exitosos proyectos que en realidad serían considerados fracasos según la mayoría de los criterios.

Permítanme ahora exponer algunas de mis inquietudes sobre cómo las evaluaciones han fallado en apoyar a las comunidades agrícolas de pequeña escala al pasar por alto criterios esenciales o presentar como exitosas innovaciones que claramente no lo son.

La primera es la falta de reconocimiento de que muchas de las innovaciones propuestas requieren mayor mano de obra, cuando la mayoría de los pequeños productores ya se encuentran en condiciones de estrés laboral severo. Las innovaciones pueden adaptarse bien al entorno físico, pero no son operativamente viables en toda la comunidad. Con operaciones completamente manuales, se necesitan unas ocho semanas para el establecimiento del cultivo, lo que impide actividades de mitad de temporada y reduce el rendimiento hasta comprometer la seguridad alimentaria familiar. Una evaluación podría identificar fácilmente este problema mediante observación directa o con algunas preguntas simples. Reconocer estas limitaciones permitiría que los proyectos se enfocaran en mejorar la capacidad operativa, por ejemplo facilitando el acceso a la mecanización, como ocurrió en Asia con el cambio del búfalo a los motocultores.

Otro problema importante es el déficit calórico de los pequeños agricultores. Una jornada completa de trabajo agrícola requiere más de 4000 kcal diarias, pero muchos productores solo disponen de 2500 kcal, de las cuales 2000 se destinan al metabolismo basal. Esto deja únicamente 500 kcal para el trabajo, el equivalente a pocas horas de esfuerzo. No sorprende que el establecimiento del cultivo tome ocho semanas. Sabemos desde hace décadas que los pequeños agricultores son pobres e incluso padecen hambre, pero raramente relacionamos esto con el manejo de cultivos. ¿Cómo ayudarlos a salir de la pobreza si no abordamos primero esta realidad?

Otra preocupación es la dependencia excesiva de las organizaciones de productores para la comercialización. Las evaluaciones no han señalado lo limitado de su alcance, ya que solo alrededor de diez por ciento de los agricultores se afilian y estos, incluso, venden la mayor parte de su producción a comerciantes privados. Las organizaciones solo captan aproximadamente cinco por ciento de la producción comercializable, lo que constituye un fracaso evidente según estándares comerciales. Sin embargo, siguen siendo presentadas como un éxito desde hace más de treinta años. ¿Por qué? ¿Qué se necesita para que las evaluaciones propongan mecanismos de comercialización más eficaces?

Adjunto a esta reflexión un artículo que preparé para un simposio en la Universidad Estatal de Colorado, donde reflexiono sobre más de cincuenta años de trabajo con comunidades de pequeños productores. El artículo, ilustrado y factual, desarrolla los puntos mencionados aquí, incluidos los largos periodos de preparación de los proyectos, la necesidad de evaluar la viabilidad operativa, los déficits energéticos, la importancia de la mecanización y las limitaciones de las evaluaciones actuales.

Los invito a descargarlo y leerlo cuando puedan. El enlace es el siguiente
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Gracias.

Dick Tinsley
Profesor emérito
Departamento de Suelos y Ciencias de Cultivos
Universidad Estatal de Colorado