Me hago eco de tus reflexiones: la calidad y utilidad de una evaluación dependen en gran medida de la profesionalidad, los conocimientos especializados y la experiencia práctica del equipo encargado de gestionarla.
Su función, responsabilidades y nivel de participación dependen de las distintas etapas o fases del proceso de evaluación.
Quisiera compartir mi contribución, centrada en la fase inicial. Esta etapa sirve de brújula para guiar la evaluación de un proyecto —una práctica compleja— hacia el éxito. Supone el comienzo de un proceso de colaboración, participación y aprendizaje entre una organización y los consultores independientes que trabajan en dicha evaluación. Es una actividad crucial en la que se aclaran diferentes cuestiones, se establecen las expectativas y se sientan las bases para el entendimiento mutuo. La fase inicial es un componente fundamental de la evaluación de un proyecto. No se trata de una mera formalidad: más bien es una inversión estratégica para lograr una colaboración exitosa. Organizar una fase inicial rigurosa ayuda a maximizar la contribución de los consultores externos desde el primer día y establecer una base sólida para que la colaboración obtenga resultados satisfactorios. Es en esta etapa cuando se perfila lo que se pretende lograr y se traza una ruta para conseguirlo. Empezar una evaluación con buen pie incrementa su eficiencia y aumenta la probabilidad de cumplir sus objetivos. En la fase inicial el responsable de una evaluación y los evaluadores externos acuerdan qué hacer y no hacer, ya que:
examinan los antecedentes y el contexto del proyecto;
aclaran los objetivos y el alcance de la evaluación;
establecen las expectativas de participación de las partes interesadas;
debaten diferentes enfoques y metodologías;
debaten el formato de los productos (documentos) y los plazos de entrega;
aclaran los protocolos de presentación de informes y comunicación;
facilitan el acceso a la documentación del proyecto;
debaten las consideraciones éticas y de confidencialidad;
establecen un mecanismo para la formulación de observaciones;
evalúan y abordan necesidades individuales;
...
Como evaluador externo, creo que la colaboración con los responsables de las evaluaciones mejora significativamente la pertinencia y utilidad de las evidencias para los procesos de toma de decisiones. Sus conocimientos especializados, sus iniciativas para fomentar la participación de las partes interesadas, su capacidad de adaptación y sus esfuerzos por garantizar la calidad aseguran que las evaluaciones se realizan de forma eficiente y proporcionan información práctica que orienta la toma de decisiones. Es necesario adoptar una mentalidad abierta ante lo que “demandan” las evaluaciones y lo que éstas “ofrecen”.
Adéléké Oguniyi. Experto en seguimiento, evaluación, investigación y aprendizaje (MERL, por sus siglas en inglés). Togo.
RE: Management matters: exploring the link between management models and the use of evaluations
Togo
Adéléké Oguniyi
MERL Expert
Publicado el 13/05/2024
Estimada Ibtissem,
Me hago eco de tus reflexiones: la calidad y utilidad de una evaluación dependen en gran medida de la profesionalidad, los conocimientos especializados y la experiencia práctica del equipo encargado de gestionarla.
Su función, responsabilidades y nivel de participación dependen de las distintas etapas o fases del proceso de evaluación.
Quisiera compartir mi contribución, centrada en la fase inicial. Esta etapa sirve de brújula para guiar la evaluación de un proyecto —una práctica compleja— hacia el éxito. Supone el comienzo de un proceso de colaboración, participación y aprendizaje entre una organización y los consultores independientes que trabajan en dicha evaluación. Es una actividad crucial en la que se aclaran diferentes cuestiones, se establecen las expectativas y se sientan las bases para el entendimiento mutuo. La fase inicial es un componente fundamental de la evaluación de un proyecto. No se trata de una mera formalidad: más bien es una inversión estratégica para lograr una colaboración exitosa. Organizar una fase inicial rigurosa ayuda a maximizar la contribución de los consultores externos desde el primer día y establecer una base sólida para que la colaboración obtenga resultados satisfactorios. Es en esta etapa cuando se perfila lo que se pretende lograr y se traza una ruta para conseguirlo. Empezar una evaluación con buen pie incrementa su eficiencia y aumenta la probabilidad de cumplir sus objetivos. En la fase inicial el responsable de una evaluación y los evaluadores externos acuerdan qué hacer y no hacer, ya que:
Como evaluador externo, creo que la colaboración con los responsables de las evaluaciones mejora significativamente la pertinencia y utilidad de las evidencias para los procesos de toma de decisiones. Sus conocimientos especializados, sus iniciativas para fomentar la participación de las partes interesadas, su capacidad de adaptación y sus esfuerzos por garantizar la calidad aseguran que las evaluaciones se realizan de forma eficiente y proporcionan información práctica que orienta la toma de decisiones. Es necesario adoptar una mentalidad abierta ante lo que “demandan” las evaluaciones y lo que éstas “ofrecen”.
Adéléké Oguniyi. Experto en seguimiento, evaluación, investigación y aprendizaje (MERL, por sus siglas en inglés). Togo.